En los frecuentes viajes por la penínusula, con mi marido procuramos perdernos por carreteras comarcales a lo largo de las cuales vamos descubriendo restos de un pasado de España no muy lejano:
Ruinas de castillos , ermitas, campanarios, caserios, puentes, corrales con aperos , lavaderos… testimonios de un pasado construido a lo largo de siglos con piedra, madera, barro, materiales humildes que discretamente se entrelazaban con el paisaje, provocando a la vista del viajero una sensación de paz y armonía.
Pero en los sucesivos viajes, va creciendo nuestro asombro al ver el abandono y la transformación brutal que han ido sufriendo estos dignos lugares. Cualquier paraje ha sido válido para mal construir naves industriales ,hileras de casas pareadas – muchas de ellas en venta- sin criterio, sin orden ,sin pauta,sin consideración al pasado. Viejos árboles talados, farolas de mil estilos alumbrando espacios vacios… y. hemos llegado a la triste conclusión de que en este país todo vale,
Un día no muy lejano nos arrepentiremos.